Nuestro cuerpo expresa lo que a veces no podemos verbalizar. Es el sostén de todo lo que vivimos, aunque hayamos querido dejarlo fuera. Una mayor conexión y mejor relación con el cuerpo implican una mejor relación con nosotros mismos y con la vida. Esto, en última instancia, se traduce en mayor bienestar, salud integral y coherencia interna.
Si quieres descubrir cómo fortalecer esa conexión y transformar tu bienestar desde adentro, sigue leyendo y aprende a escuchar lo que tu cuerpo realmente te está diciendo. Al entender y atender las señales que tu cuerpo envía, podrás mejorar tu calidad de vida, aumentar tu energía y encontrar un equilibrio emocional más profundo. Este proceso no solo te ayudará a sentirte mejor físicamente, sino que también fortalecerá tu autoestima y tu capacidad para enfrentar los retos diarios con mayor claridad y serenidad.

Vivir desde el cuerpo: la importancia de sentirnos presentes
Nuestra vida sucede a través del vehículo del cuerpo. Es en la conexión con nuestro cuerpo donde podemos vivenciar las experiencias, adquirir un aprendizaje realmente útil y permanecer en contacto con la realidad.
Desde ahí, nuestra atención y concentración se enfocan de forma saludable; sólo cuando estoy completamente presente dentro de mi cuerpo puedo tener conmigo mi energía vital para actuar, participar e intervenir de forma efectiva en mi entorno. Cuando parte de mis recursos atencionales se quedaron en otro momento, en algo que no terminé de elaborar, en otras personas o lugares, no soy capaz de desplegar la misma capacidad de acción sobre mi vida que está sucediendo en el presente.
La atención fragmentada que no está totalmente en el presente debilita mi soberanía sobre mi ser.Somos más que el cuerpo, pero sin duda es una parte nuestra que refleja cómo nos relacionamos con nosotros mismos. ¿Nos atendemos o nos ignoramos? ¿Nos cuidamos o nos descuidamos?
Salud física y salud mental: una conexión profunda
Permite empoderarnos en ese estar saboreando toda la experiencia en contacto con la realidad de aquí y ahora, y sostener la realidad emocional. Sin embargo, no siempre somos capaces de contener la totalidad de nuestras vivencias de forma consciente, especialmente en situaciones desbordantes o traumáticas; nuestra capacidad de procesamiento consciente se siente incapaz de acoger toda la experiencia.
Entonces lleva todo el impacto nuestro cuerpo, que sí absorbe la experiencia, pero esta vez sin el amparo de la conciencia. Es inevitable que esto pase en el curso de nuestro desarrollo personal y de nuestra evolución como especie, pues afrontamos retos para nuestro crecimiento que a veces nos superan.
En ciertos momentos, las experiencias superan nuestros recursos, y lo no elaborado se queda registrado. Todo lo que no alcanzó nuestro consciente, sí quedó guardado en nuestro inconsciente. Todo lo que no tuvo lugar, no encontró encaje o espacio en nuestra mente consciente, sí se aloja en el cuerpo en espera de ser completado, plenamente transitado hasta su integración.
Y el cuerpo no lo esconde, sigue hablándolo si le escuchas con sus propios códigos: tensiones musculares, bloqueos, enfermedades psicosomáticas, posturas, hábitos. Y si no le escuchas, puede acabar gritándolo. Como decía el psicólogo Bessel van der Kolk: “El cuerpo lleva la cuenta” (“The Body Keeps the Score”, 2014).
Esta huella somática, como memoria implícita en el cuerpo, puede afectar tanto a nuestra salud física como a nuestra salud mental si no se atiende.
Por otra parte, el cuerpo sirve de estructura y sostén, porque el cuerpo trata también de patrones y hábitos para regularse; en él se muestra si respetamos el orden natural y los ciclos de la vida: nutrición y eliminación, actividad y descanso, etc. ¿Cuál es tu relación con el orden y el respeto de los ciclos y bio-ritmos?
En los hábitos saludables diarios, el cuerpo es preparado para seguir una regularidad que le da autonomía y hace que todo vaya mucho más rodado y que suponga menos esfuerzo. Entre estos hábitos es recomendable hacer hincapié en el autocuidado e incluir aquí el escucharnos, expresarnos y atendernos con respeto y calidez.
¿Qué nos dice el cuerpo?: Entender el lenguaje corporal
El cuerpo habla lo que la mente calla. Es capaz de poner de manifiesto inquietudes antes incluso de que las detectemos a nivel mental. Expresa si algo nos preocupa aunque no seamos conscientes, indica si está siendo demasiado, muestra si nos queremos o no, si valoramos la vida.
Bajar la atención de la mente al cuerpo rastreando en él sensaciones y reacciones físicas nos ayuda a conocernos y entendernos mejor y comprender también lo que realmente estamos viviendo. Si sentimos opresión en el pecho, dificultades para respirar, aceleración cardíaca, sudoración, etc., podremos hacernos conscientes de que algo nos preocupa y nos genera ansiedad aunque no nos hubiéramos dado cuenta antes.
Los signos de ansiedad
y estrés
en el cuerpo puedes revisarlos en otros artículos de este blog. Podemos aprender a conocernos y regularnos mejor identificando en nuestro cuerpo estas señales. También es útil para ello aprender a reconocer los tres estados del sistema nervioso autónomo (teoría polivagal) descritos en nuestro artículo del blog: conexión, activación (lucha/huida) y desconexión (colapso). Comprender en qué estado estamos a nivel corporal nos permite intervenir de forma adecuada.
A partir de seguir las sensaciones corporales, resulta más fácil escuchar las propias emociones y también distinguir cuando nos estamos contagiando emocionalmente a través de otra persona, por las neuronas espejo que nos reportan la capacidad de empatía entre personas. Potencia nuestra empatía, pero también nos hace permeables al contagio emocional. Escuchar nuestro cuerpo nos ayuda a diferenciar lo propio de lo ajeno, lo real de lo proyectado.
Las emociones son brújulas internas: nos traen información valiosa sobre las situaciones y sobre una misma. Es al escuchar nuestras emociones que podemos conocernos auténticamente y realmente comprendernos.
Concepto de embodiment o cognición encarnada
Nuestra inteligencia no opera de forma aislada en el cerebro, sino que emerge de la interacción dinámica entre cuerpo, entorno y experiencia. Esta perspectiva ha transformado nuestra comprensión del aprendizaje y la conciencia, subrayando que el conocimiento no se limita a procesos mentales abstractos, sino que se construye a través de la vivencia corporal en contextos reales.
Encarnar la conciencia con los aprendizajes que adquirimos en la experiencia en contacto con la realidad es mucho más potente que cualquier inteligencia artificial. Supone tener un discernimiento de lo real, alcanzar un aprendizaje significativo para la vida y una conexión más auténtica con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.
Autores como Maurice Merleau-Ponty señalan el papel clave de la corporeidad en la experiencia y el conocimiento humano.
Esta perspectiva tiene importantes aplicaciones en campos como la psicología y la educación. En la psicoterapia, favorece enfoques que integran el cuerpo, como la danza movimiento terapia o biodanza.
En la técnica psicoterapéutica llamada Focusing o Enfoque corporal, desarrollada por Eugene Gendlin, se logra mejorar las habilidades de introspección gracias a volcarse completamente en cómo se siente un tema en global en el cuerpo, cómo resuena rastreándolo por todo el cuerpo y dónde se siente más.
Esta capacidad de introspección, de hacer consciente y comprender cómo estamos viviendo una situación o un determinado aspecto de nuestra vida, predice el éxito de la terapia.

La expresión corporal como vía de liberación emocional
La expresión corporal ayuda a conectar con tu cuerpo y poder retomar aquello que quedó atascado. De alguna manera, esto puede servir a reparar la experiencia o al menos a dejar salir la emoción y poder soltar eso.
Todas las actividades de expresión artística como el canto, el teatro, el baile, etc., sirven a esta necesidad humana de sacar o recolocar esa energía emocional. La función del arte para el ser humano por ello ha sido siempre fundamental. Todas las modalidades de arte pueden llegar a tocar las fibras necesarias para que por fin algo se descargue y una nueva comprensión nos alcance.
Las terapias basadas en el movimiento del cuerpo, como la psicomotricidad, el chi-kung, bioenergética, o biodanza, movilizan esas memorias implícitas retenidas en el cuerpo para que puedan ir soltándose y volviendo a fluir toda la energía de nuestras emociones, pues no olvidemos que la palabra emoción pone el acento en el movimiento de la energía.
Son el motor de nuestra vida, y sanarlas en el cuerpo es de vital importancia para nuestro óptimo funcionamiento.
Baile y salud mental: beneficios de moverse al ritmo de tu cuerpo
El baile es una de las formas más completas y accesibles de reconectar con el cuerpo y con las emociones. Bailar al ritmo de la música no solo tiene beneficios físicos, sino también psicoemocionales y sociales. Su riqueza radica en que abarca y armoniza simultáneamente una diversidad de dimensiones:
- Psicomotricidad gruesa y fina: favorece la coordinación, el equilibrio, la agilidad.
- Capacidades físicas: mejora la resistencia, la fuerza y la flexibilidad.
- Expresión emocional: permite canalizar sentimientos a través del cuerpo sin necesidad de palabras.
- Lenguaje musical y artístico: desarrollamos sensibilidad rítmica, creatividad y atención plena al presente siguiendo la música y todo el movimiento.
- Vínculo social: en danzas compartidas, se fomenta la escucha, la conexión y la empatía.
Diversos estudios han mostrado que la danza tiene efectos terapéuticos medibles. Por ejemplo, investigaciones recogidas por Koch et al. (2014) confirman que la “danza movimiento terapia” (DMT) reduce significativamente los síntomas de depresión, ansiedad y trauma, y aumenta la autoestima, la calidad de vida y las habilidades interpersonales y cognitivas, además de mejorar las habilidades psicomotoras.
La danza libre, sin coreografía ni exigencias estéticas, nos permite expresarnos con autenticidad y reconectar con el placer de movernos.
Bailar, en este sentido, es mucho más que una actividad recreativa: es un camino de reconexión conmigo y con los demás.
Consejos prácticos: cómo reconectar con tu cuerpo cada día
Reconectar con el cuerpo no requiere grandes inversiones de tiempo ni recursos. A veces, lo más sencillo es lo más transformador. Aquí van algunas prácticas cotidianas que puedes incorporar con facilidad:
Conciencia corporal: Mientras haces consciente tu respiración, capta tu postura, incluso tus microgestos como si fueran un cuadro o estuvieran en un fotograma de una película para inspirarte en qué pueden estar expresando, e imagina qué tono musical iría con lo que estás sintiendo en cada parte de tu cuerpo.
Baile libre: Pon una canción que te guste y permite que tu cuerpo se suelte. Escucha la música y déjate llevar, atiende el movimiento de la música y síguelo expresándolo a tu manera personal. No tiene que ser de una determinada manera, todo está bien.
¿Quieres profundizar en tu salud emocional a través del cuerpo? Explora nuestros talleres y comienza tu camino.